LA BOTELLA: ICONO DEL "PERDEDOR"

... un sorbo, un trago, otra copa.. John Huston borracho como una cuba le pasa la botella a Bogart, bajo la atenta mirada de un ebrio Errol Flynt, emulsionados recuerdan como el cadáver embalsamado de John Barrymore yacía sentado en el comedor del mujeriego tasmano, con una copa en la mano... Viejos delirium tremens de una nómina interminable de borrachos solemnes del Hollywood clásico: Robert Mitchum, Joan Crawford, Mae West, Sam Peckinpah, Lee Marvin, Richard Burton, Chaney, Lugosi, Orson Welles, James Whale, William Holden, Anthony Hopkins, Dennis Hopper, Belushi, ...(no sigo por que no acabaría nunca). Así era el desgaste al que el estrellato somete a los elegídos. Ni decir tiene que dirigían, rodaban, actuaban, escribían y ... en definitiva, vivían... bajo los eternos efectos del alcohol, que sí, hizo sus estragos y acabó con semejantes lumbreras. Pero si la botella hizo estragos fuera de las pantallas, iluminó de clase un sin fin de secuencias, films e historias irrepetibles dentro de ella.

Un poso brillante. Una eterna y agradable resaca.

EL CELULOIDE EBRIO

Tragos sofisticados, pausados (Casablanca, Tener y no Tener..). Tragos duros, trágicos (Grupo Salvaje, De aquí a la eternidad...). Tragos bólidos, sedientos (Dean Martin rescatando una moneda de la escupidera, para el último trago de su vida en Río Rojo, La Reina de Africa, Wells en Sed de Mal...). Tragos relamiendo el vaso, mamada a morros del pezón de una botella.

Sorbos de todas las maneras y sabores (whisky, bourbon, champán, vino, tequila, ...) Toda una destilería de celuloide ebrio.

Pero si hablamos de cine etílico, de un género botellístico (de plena dedicación), por así decirlo, destacaría cuatro obras (las primeras que saltaron a mi mente) que emborrachan sólo de verlas.

DÍAS SIN HUELLA (The lost weekend.-1945) de Billy Wilder (no necesito presentar a Dios) con Ray Milland (El Hombre con rayos X en los ojos) y Jane Wyman. Un sueño soñado. La presencia del alcohol navega por todo el metraje, abrumadora.. profunda. Un clásico.

DÍAS DE VINO Y ROSA (Days of wine and roses.-1962) de Blake Edwards (El Guateque, Victor o Victoria..) con el gran Jack Lemmon (impresionante aquí y donde intervenga) y Lee Remick. Evocadora desde el título y con un final antológico. Otro clásico.

TALLO DE HIERRO (Ironweed.-1988) de Hector Babenco (El beso de la mujer araña) con Jack Nicholson (quién te ha visto y quién te ve) y Meryl Streep.

La Gran Depresión. Borrachos de ofício. Vagabundos de vino barato. Perdedores de antemano. Asiduos al bar de Moe. De suciedad y decadencia... De polvos rápidos. Lujuriosos. Con un pequeño papel para Tom Waits (borracho real durante una larga etapa de su carrera, hasta que conoció a su actual esposa-mánager) y su eterna pinta de "sin techo". Memorable secuencia sobre la barra de un bar, esa en la que un tembloroso Nicholson tira de recursos para llevarse a los labios un chupito de whisky... tal vez, su último gran trago.

LEAVING LAS VEGAS (Ídem.- 1995) de Mike Figgis (Lunes Tormentoso, Asuntos Sucios) con una estupenda y guapísima Elisabeth Shue (que pasó su mejor racha creativa por esa época con Bajos Fondos y El efecto dominó) y un Nicolas Cage (ésta, Arizona Baby, Corazón Salvaje y paro de contar) en la piel de un alcohólico guionista suicida (interpretación que le valió un oscar, pues estos papeles suelen ser un "chollo" para tales galardones) a tumba abierta y en caída libre hacia el abismo.

Por falta de espacio (o vagancia) dejo en el tintero Barfly (El Borracho) y Factotum (ídem) supuestamente basadas en retazos de la vida del escritor alcohólico por excelencia (y hay muchos) Charles Bukowski, del que recomiendo fervientemente la lectura de sus relatos, La máquina de follar, La senda del perdedor, Cartero ... y cualquier otra que lleve su firma. Amén.