sábado, 21 de febrero de 2009

-"GATE OF FLESH", FULANAS DE ORIENTE

-GATE OF FLESH (Ni Ku Tai No Mon, 1964). "La Puerta de la Carne" en el idioma de Cervantes, del sensei octogenario Seijun Suzuki (Tokio, Japón 1923-...).
Los 50 en Japón supusieron una revolución económica, social y cultural que lanzaría al país a la potencia que es hoy en día. Pasaron los días del puritanismo disciplinario y asomaron las minifaldas, el rock and roll, el desenfreno juvenil, y como nó, el sexo. La productora Nikkatsu marcó las diferencias en cuanto a las demás (la Toho y la Daei, especializadas en cine de genero con sus monstruos gigantes Godzillas, Mothras...) en lo que a cine erótico se refiere.
Las pelis de "delincuentes juveniles" se afianzaron en las carteleras japonesas con una frecuencia inusitada. Su éxito llevó a los cines a toda una generación de jóvenes ansiosos por "la marcha". Estas pelis se denominaron mukido sheisun eiga "películas de jóvenes descerebrados", adelantándose en varios años a la moda setentera que disfrutarían en toda Europa. Desde la Nikkatsu se facturaron la mayoría de esos títulos siendo el todoterreno Seijun Suzuki uno de sus más prolíficos directores, al estilo de un Roger Corman nipón. A una serie de titulos como "Town of devil (56)", "Singing Rope: Inocent Love at sea (56)", "Floating Hotel (57)" y "Blue Breats (58)" con temática yakuza, cine pop, y chicos malos respectivamente, le llegó el turno a las primeras películas picantes disfrazaras de policías o de gansters, en guiones abiertamente sexuales que dejarían atónitos a los telespectadores occidentales ante tanta descarga de violencia y sexo a raudales. La abusiva GATE OF FLESH es una de esas películas, y forma parte de la "Trilogía de la Carne" dirigida por Suzuki que incluye "Story of a Prostitute (65)" y "Carmen from Kawachi (66)", ambas con la actriz Yumiko Nogawa y a su vez consistentes escenas de flagelaciones, lesbianismo y asesinatos por un tubo. Coloreada magníficamente como solo un maestro sabría hacerlo, nos presenta a cuatro prostitutas vestidas con kimonos (símbolo tradicional del Japón) verde, rojo, morado y amarillo (que no falte) que deciden ocultar a un delincuente en el burdel en el que trabajan con el consabido problema que eso les acarreará. Además de los colores que esconden algo más, en la peli puede verse otro dato clarificador en el cura negro que dice los sermones en ingles, curioso detalle teniendo en cuenta que allí nadie le entiende, y que puede interpretarse como el difícil entendimiento entre la sociedad cristiana occidental y la convulsa sociedad nipona que acababa de perder una guerra y que intentaba resurgir como esas putas, de sus propias cenizas, pero antes hay que sobrevivir... y no importa a que precio.
A destacar tambien en la filmografia de Suzuki clasicos del calibre de Branded to Kill (Marcado para Matar, 1967), Tokio Driffer (El Vagabundo de Tokio, 1966) y La Juventud de la Bestia (63), todas ellas consideradas "de culto", preguntad sino a Tarantino.

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