John Carradine fue un maestro de la actuación. Lo suyo no fue un estilo basado en el estudio y el método. Nació con talento que no necesitó estudiar. Gracias a su genial forma de actuar y su distinguida pose, la cámara lo adoraba. Tenía un modo muy personal de hacer las cosas, algo incompatible con el éxito y el caer, bien de ahí la discriminación a la hora de premiar su labor artística. Pese a ese rechazo nunca perdió su orgullo y hoy se puede afirmar que es uno de los hombres más respetados de su profesión.
Atrás quedó la época dorada de los clásicos del terror, más de 60 años al servicio del cine. Tanto en el cine de primer nivel a las ordenes de Fritz Lang o John Ford -en obras maestras como Las Uvas de la Ira, El Ultimo Hurra, María Estuardo o esa maravilla que es La Diligencia (Ford tenía una relación de amor-odio hacia Carradine) donde interpretaba a un sureño cínico de espíritu libre (que sería un preludio de lo que sería su vida privada); o en los posteriores cientos de films bodrios llenos de encanto, que Carradine engrandecía gracias a esa adorable presencia excéntrica, siempre dando apariencia de fragilidad. Imposible olvidar a este borrachín, un caballero con capa roja de satén y sombrero de copa, que tanto recitaba a Shakespiare como nos transportaba al más tétrico de los castillos góticos o al más horrible de los infiernos en locuras inolvidables como "La Mujer Salvaje Cautiva", "El Fantasma de mamá", "THE ASTRO ZOMBIES", "La Invasión de la Gente Animal", "VAMPIRE HOOKERS", "El Prisionero de la Isla del Tiburón", "5 Tumbas Sangrientas", "La Casa de los Siete Cadáveres", más un sin fin de portentosas actuaciones que le elevaron a la cumbre del estrellato (discriminado y olvidado).
Vaya desde aquí un sincero homenaje a este loco maravilloso y... maravillosamente chalado, que jamás necesitó de un asistente que le atase los zapatos o le abrochase los botones de la camisa (como sucede hoy día) para vivir su particular mundo de los sueños. El actor neoyorquino nacido Richmond Reed Carradine (1906-1988) nos dejó al pié del cañón, muriendo con las botas puestas tras finalizar en Milan el rodage de "ENTERRADO VIVO", y dejándonos además su simiente en una estirpe de actores que no llegarían a alcanzar el estatus de génio como su padre, pero que saben llevan dignamente el apellido Carradine, hablo de Keith, David y Robert Carradine... los hijos del "Maestro".
Todavía lo recuerdo haciendo de yanqui peleón en "La Vuelta al Mundo en 80 Días" de Michael Anderson, junto a David Niven y Mario Moreno. Esa peli fue famosa por sus cameos de estrellas venidas a menos, tales como el propio Carradine -por entonces ya era un incomprendido-, Marlene Dietrich, Peter Lorre, o el mismísimo -y venerado- Buster Keaton. ¿La viste Gary?
ResponderEliminarSí, la ví, es una gran película de aventuras. De esas que veías los sábados por la tarde, llenas de mágia.
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