sábado, 3 de marzo de 2012

UNA VIDA TRANQUILA. Cine italiano del bueno.

Hay que reconocer el buen momento del cine italiano (y del europeo en general). El triunvirato que forman el Il Divo, Gomorra, o Romanzo Criminale (esta última nos gusta mucho), y otros títulos como la policíaca La ragazza del lago (2007, Andrea Molaioli), o esta dramática Una vita tranquilla (Claudio Cupellini, 2010), son un claro ejemplo. Cine transalpino del bueno. En cuanto al trabajo de los actores podemos disfrutar una vez más del genial Tony Servillo (presente en todos los films citados salvo en Romanzo Criminale). Aquí interpreta nuevamente a un mafioso italiano, Rosario Russo, escondido en Alemania y adaptado perfectamente a su nueva vida de empresario hostelero, un personaje que se mueve entre la culpa, la ira y la redención, al que su pasado no tardará en pasarle factura. Lo ordenado y felíz de su nueva vida se verá alterada por la llegada de Diego, comenzará entónces una espiral de miedos y violencia de la que no le será fácil salir. El final es demoledor, no cabía otra. Como decíamos, cine de altos quilates.

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