El pasado 5 de febrero se cumplían 100 años del nacimiento en San Luis (Misuri) de este artista de culto. Como bien sentenció el respetado crítico musical Diego A. Manrique en su columna del diario El País
"Burroughs fue, a su manera, un Elvis posmoderno: una mente hirviente, un monstruo imposible de imitar." Poco más que añadir. Solo asentir. Heroinómano, homicida, homosexual y bohemio,
William S. Burroughs continúa estando de actualidad. Del interior de novelas surrealistas y desestabilizadoras que dieron forma a la particular farmacología literaria del 'Pistolero de Kansas' (Yonqui, Nova express, El almuerzo desnudo o Los chicos salvajes), que jamás fueron
best sellers pero que se mantienen a día de hoy en catálogo impregnadas del aroma maldito de su autor, surgirían todo un glosario de términos, métodos, nombres, tópicos, decibelios, conexiones, iconos y visiones apocalípticas que inspirarían a distintas generaciones de artistas y diversos movimientos culturales del siglo XX. Lanzó a la carretera a la
beat generation (Kerouac y él compartieron apartamento en 1945, de hecho escriben juntos
Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques). De sus paranoicos escritos saldrían los nombres de bandas como Soft Machine, Steely Dan, Clem Snide...; ideas para personajes como el Ziggy Stardust de Bowie; sentaría las bases del cyberpunk; deslumbraría a visionarios como J.G. Ballard; aleccionaría a punk-rockers neoyorquinos (dejando profunda huella en Patti Smith); pupularizó los
cut ups (esos aleatorios recorta y pega de textos y, eventualmente, sonidos), se atrevió a grabar discos en el género s
poken word .... El panteón de ilustres estrellas del rock que quisieron en un momento dado conocerle, colaborar con él o simplemente inspirarse en su trabajo es tan amplio como su colección de armas: Paul McCartney, Jimmy Page, Ian Curtis, Tom Waits, Ministry, REM, Kurt Cobain (de su relación con este último hablaremos más adelante)... La cola para visitarle en su casita de Lawrence doblaba la manzana. El mito no pasaba inadvertido (su distintivo
look de trajeado y respetable hombre de negocios no ayudaba a ello). No tardaría el cine underground en sucumbir a sus textos y personalidad maldita. En plena era
grunge interpreta al personaje, apodado El Cura, en la mitica película de Gus van Sant Drugstore Cowboy (1989), a cuyo encuentro acude el yonki Matt Dillon, el protagonista del film, en busca de una respuesta sobre su destino. Todo cinéfilo conoce la adaptación cinematográfica de
El Almuerzo desnudo llevada a cabo por el maestro Cronemberg. Obra de cabecera ..y, un ensayo biográfico de las obsesiones del escritor bajo los efectos de sustancias narcóticas y remordimientos del pasado. Nada como un descenso eterno a los infiernos -a tumba abierta- con el pretexto de sobrevivir reconvertido en drogata intelectual que detecta invisibles sistemas de control gubernamental, virus de poder y conspiraciones sociales... camino de la redención.
¿Un gurú entre el cáos? ¿La solución final a la locura?.. La voz del escritor que quiso jugar a Guillermo Tell con la madre de su hijo y erró el tiro, cumple cien años. Aprovechando señalada festividad coinciden en el mercado literario, un ensayo
-Nada es verdad, todo está permitido (Alpha Decay), de Servando Rocha-, que recrea la visita que el músico Kurt Cobain le hizo en persona a su ídolo 'beat' en 1993 pocos meses antes de que se suicidara. Fue Courtney Love quien dio a conecer las fotos de los dos artistas juntos y se conocen algunos aspectos de dicho encuentro por los escritos que Cobain tenía en su diario. Entre lo más curioso del relato resaltar el disco de blues de Leadbelly que le regaló el cantante y guitarrista de Nirvana a su anfitrión (un año atrás grabó un tema titulado
Le llaman El Cura, en clara referencia a la figura del escritor)... y, que pese a extraños, durante esta 'reunión de yonkis' nadie bebió, fumó o se drogó.
Si este libro no les parece lo suficientemente atractivo, tal vez les interese este otro lanzamiento:
'QUEER' (Anagrama). Novela mecanografiada en 1952, pero que no vio la luz hasta 1985. Amarga, descarnada, irónica, desangelada y politoxicómana desintegración de la literatura de su tiempo. Una vez más la canción de la desilusión. La edición definitiva recoge un prólogo de Oliver Harris (estudioso del autor) y encuaderna un diccionario de palabras clave, autorretratos diríamos, que nos ayudan a entender parte del universo Burroughs: Ayahuasca, bares, Orfeo, heroína, México, bala, gay, Billie Holiday, Tánger, Charles Henry Ford, cartas, gato...
Esperemos que estos dos libros sirvan al menos para recuperar parte y esencia del hombre que hemos perdido. Pocos días antes de morir, en 1997, William S. Burroughs escribió una ultima entrada en su diario. Aseguran que murió sereno y tranquilo. Leyendo el bello texto, pronunciando esas mismas palabras... me reconozco a mí mismo ¿De verdad puede ser todo tan contradictorio?.... Permítanme que les reproduzca una última muesca del talento de un pistolero maldito:
(Con todo...Felíz cumpleaños tío William)
"No hay nada. No hay sabiduría final ni experiencia reveladora; ninguna jodida cosa. No hay Santo Grial. No hay Satori definitivo ni solución final. Solo conflicto. La única cosa que puede resolver este conficto es el amor. Amor puro. Lo que siento ahora y sentí siempre por mis gatos. ¿Amor? ¿Qué es eso? El calmante más natural para el dolor que existe. Amor"
(William S. Burroughs)
Pedazo de cita, esta última. Bolaño dijo que Burroughs y Philip K. Dick eran los dos escritores americanos que más habían influido en los escritores no americanos de la segunda mitad del siglo XX, y seguramente sea cierto.
ResponderEliminarSaludos.
Has visto el documental de Burroughs que reseñé en su día?...Simplemente bestial. Como criminal es que K. Dick aún no tenga el suyo.
ResponderEliminarEstoy contigo y con Bolaño
Saludos
Hey colega!!, no tengo mucho tiempo ahora mismo para leer la, seguro, cojonuda entrada sobre Burroughs pero he de avisarte de que te he nominado para un premio bloguero. Pásate por Pupilandia, anda, lo mereces!!!
ResponderEliminar