martes, 2 de diciembre de 2014

SERIES TV.: PENNY DREADFUL (1ª temporada)


Impaciente de mí tardé algunos capítulos en cogerle el gustillo... pero finalmente cedí y acabé poseído. Estamos ante un híbrido, refugiado en los límites del cine clásico, que mezcla terror sobrenatural, relato policíaco decimonónico y melodrama de época. Una historia a la manera de Alan Moore y su "Liga de los hombres extraordinarios", honesta y nada truculenta, trufada de misterios, ambientes sórdidos, literatura gótica explotation y abracadabras de Gran Guignol. Terror y romanticismo libres de todo mal copulan en un dramático uni(re)verso victoriano plagado de referencias (Mary W. Shelley, Bram Stoker, Oscar Wilde..) y geografías comunes al bestiario de nuestras vidas, al imaginario colectivo de todo amante al género. Suerte no ser el padre de esta criatura, de este bendito e increíble despropósito de serie. Piénsenlo. Un guión por el que bullen pistoleros del Oeste, poderosas médium, Hombres Lobo destripadores, seductoras vampiras albinas, exploradores aristócratas, maldiciones del egipto faraónico, guaperas Dorian Grays, monstruos de Frankenstein, Van Helsings de relumbrón (el legendario tumbero David Warner dando vida al estacador más famoso del siglo XIX), posesiones demoníacas, prostitutas tuberculosas, misteriosos mayordomos africanos de rostro tatuado... todos perpetrando sus fechorías, atrocidades y (des)propósitos de la manera más sangrienta, poética y atractiva posible. La empresa no es moco de pavo. Cada capítulo es un lento tour de force por ensamblar cada pieza del puzzle de manera que el experimento diabólico cuaje.


 Los 8 episodios de la primera temporada de PENNY DREADFUL (John Logan, USA. 2014) han dejado nuestras entrañas al descubierto. El perturbador erotismo de Eva Green (Vanessa Ives) levanta pasiones hammernianas. Queremos más corsés. Más jirones de niebla. Más tugurios y antros. Más fumaderos de opio. Más cadáveres, autopsias, cuerpos mutilados, cartas del Tarot, navíos anclados en el Támesis, colmillos, candelabros y demás horrores del granguiñolesco teatro londinense.
Suerte al guionista también.

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