Una cinta gris y melancólica. Una parábola socio-política, osada y valiente, que mete el dedo en la llaga de la condición humana más directamente y de manera mucho más lograda y convincente que la gran mayoría de supuestos films 'con mensaje' estrenados ultimamente... y con mayor presupuesto que este. Léase: Ejércitos de cristianos rapados al cero que no titubean en quemar cruces (Se hacen llamar La Hermandad, y lucen capuchas de esparto al viejo estilo del Klan); lugareños extremistas que controlan las carreteras que llevan al Norte, y que torturan, violan y asesinan (en clara alusión al éxodo fronterizo y con las consignas del Tea Party de fondo); Vampiros feroces, como castigo y plaga, y con ello, la resurrección de los muertos (que no es más que el mensaje difundido por la ideología judeocristiana); La Lucha por la supervivencia; la búsqueda de una tierra libre si es que de verdad queda alguna (y que se pone en duda en la película)... Vamos, que el joven director Jim Mickle se lo ha tomado a pecho, y como buen druída y guardián de la tradición genérica ha parído un film honrado y humilde. Digno de todo seguidor del dios Carpenter (Asalto a la comisaría del Distrito 13; 1997, Rescate en Nueva York; Vampiros de John Carpenter...) o del maestro Romero (Dawn of the dead; Martin; The Crazies...), amén de tumberos que alguna vez se hayan dejado seducir por la pluma eléctrica de Cormac McCarthy (La Carretera) o Richard Matheson (Soy Leyenda). Mención especial para el sorprendente Nick Damici, veterano y poco conocido actor protagonista (también intervino en la anterior peli de Mickle, Mulberry Street, que no he tenido ocasión de ver), lacónico y perfecto en su papel de Mister, al que acompaña en el reparto una recuperada para la causa (esto va para los más avispados) Kelly McGillis, en la piel de una monja violada. Actriz a la que tuvimos acceso en las estanterías de aquellos videogaritos de barrio ochenteros (Único Testigo, Top Gun, El Cazador de Gatos) en lo que tal vez se vea como un guiño a aquel insaciable cine de sabor añejo que acompañó tantas tardes de nuestra infancia. Directamente en DVD. No busquen más.
miércoles, 20 de marzo de 2013
CULT MOVIE: STAKE LAND, Amenaza post-apocaliptica por duplicado.
Una cinta gris y melancólica. Una parábola socio-política, osada y valiente, que mete el dedo en la llaga de la condición humana más directamente y de manera mucho más lograda y convincente que la gran mayoría de supuestos films 'con mensaje' estrenados ultimamente... y con mayor presupuesto que este. Léase: Ejércitos de cristianos rapados al cero que no titubean en quemar cruces (Se hacen llamar La Hermandad, y lucen capuchas de esparto al viejo estilo del Klan); lugareños extremistas que controlan las carreteras que llevan al Norte, y que torturan, violan y asesinan (en clara alusión al éxodo fronterizo y con las consignas del Tea Party de fondo); Vampiros feroces, como castigo y plaga, y con ello, la resurrección de los muertos (que no es más que el mensaje difundido por la ideología judeocristiana); La Lucha por la supervivencia; la búsqueda de una tierra libre si es que de verdad queda alguna (y que se pone en duda en la película)... Vamos, que el joven director Jim Mickle se lo ha tomado a pecho, y como buen druída y guardián de la tradición genérica ha parído un film honrado y humilde. Digno de todo seguidor del dios Carpenter (Asalto a la comisaría del Distrito 13; 1997, Rescate en Nueva York; Vampiros de John Carpenter...) o del maestro Romero (Dawn of the dead; Martin; The Crazies...), amén de tumberos que alguna vez se hayan dejado seducir por la pluma eléctrica de Cormac McCarthy (La Carretera) o Richard Matheson (Soy Leyenda). Mención especial para el sorprendente Nick Damici, veterano y poco conocido actor protagonista (también intervino en la anterior peli de Mickle, Mulberry Street, que no he tenido ocasión de ver), lacónico y perfecto en su papel de Mister, al que acompaña en el reparto una recuperada para la causa (esto va para los más avispados) Kelly McGillis, en la piel de una monja violada. Actriz a la que tuvimos acceso en las estanterías de aquellos videogaritos de barrio ochenteros (Único Testigo, Top Gun, El Cazador de Gatos) en lo que tal vez se vea como un guiño a aquel insaciable cine de sabor añejo que acompañó tantas tardes de nuestra infancia. Directamente en DVD. No busquen más.
REALMENTE UNA AUTENTIKA PELY GORE, BUENISIMA LA CRITIKA
ResponderEliminarAquí estamos, pa servir.
ResponderEliminarUn abrazo ¡¡¡ROCK FOREVER!!