miércoles, 20 de marzo de 2013

CULT MOVIE: STAKE LAND, Amenaza post-apocaliptica por duplicado.


He aquí un grato hallazgo que ciertamente no me esperaba. Creía estar ante otro subproducto, otro título menor del montón, pero me he llevado un chasco de los buenos. Tanto es así que en un corto intervalo de tiempo ya la he visto dos veces, algo que no acostumbro a hacer salvo que esté de bajón. Y menudo caramelo para llevarse a la boca. Un clásico del género instantáneo. Los cinemaníacos coherentes disfrutarán como nunca del festín de gruñidos y rugidos; de estacas y cruces. Así mismo un carrusel de imágenes por tierras desoladas, vertederos de basura, sucios moteles abandonados, con su putrefacción y sus cadáveres chamuscados al sol, nos sumergirá en una pesadilla de hierros retorcidos y paisajes tan muertos y terroríficos como exige la ley. STAKE LAND (Jim Mickle, 2010), para mi gusto, ya tiene un rinconcito en la historia del género post-apocalíptico de plagas de Serie B. Un espejo (distorsionado, eso sí) en el que mirarnos. Ciencia Ficción que representa el lado más oscuro de la sociedad americana del momento.
Una cinta gris y melancólica. Una parábola socio-política, osada y valiente, que mete el dedo en la llaga de la condición humana más directamente y de manera mucho más lograda y convincente que la gran mayoría de supuestos films 'con mensaje' estrenados ultimamente... y con mayor presupuesto que este. Léase: Ejércitos de cristianos rapados al cero que no titubean en quemar cruces (Se hacen llamar La Hermandad, y lucen capuchas de esparto al viejo estilo del Klan); lugareños extremistas que controlan las carreteras que llevan al Norte, y que torturan, violan y asesinan (en clara alusión al éxodo fronterizo y con las consignas del Tea Party de fondo); Vampiros feroces, como castigo y plaga, y con ello, la resurrección de los muertos (que no es más que el mensaje difundido por la ideología judeocristiana); La Lucha por la supervivencia; la búsqueda de una tierra libre si es que de verdad queda alguna (y que se pone en duda en la película)... Vamos, que el joven director Jim Mickle se lo ha tomado a pecho, y como buen druída y guardián de la tradición genérica ha parído un film honrado y humilde. Digno de todo seguidor del dios Carpenter (Asalto a la comisaría del Distrito 13; 1997, Rescate en Nueva York; Vampiros de John Carpenter...) o del maestro Romero (Dawn of the dead; Martin; The Crazies...), amén de tumberos que alguna vez se hayan dejado seducir por la pluma eléctrica de Cormac McCarthy (La    Carretera) o Richard Matheson (Soy Leyenda). Mención especial para el sorprendente Nick Damici, veterano y poco conocido actor protagonista (también intervino en la anterior peli de Mickle, Mulberry Street, que no he tenido ocasión de ver), lacónico y perfecto en su papel de Mister, al que acompaña en el reparto una recuperada para la causa (esto va para los más avispados) Kelly McGillis, en la piel de una monja violada. Actriz a la que tuvimos acceso en las estanterías de aquellos videogaritos de barrio ochenteros (Único Testigo, Top Gun, El Cazador de Gatos) en lo que tal vez se vea como un guiño a aquel insaciable cine de sabor añejo que acompañó tantas tardes de nuestra infancia. Directamente en DVD. No busquen más.

2 comentarios:

  1. REALMENTE UNA AUTENTIKA PELY GORE, BUENISIMA LA CRITIKA

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  2. Aquí estamos, pa servir.
    Un abrazo ¡¡¡ROCK FOREVER!!

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