RUBIN 'HURACÁN' CARTER (1937-2014).
Boxeador nervioso, de puños ágiles, así se ganó su apodo de Huracán. Condenado a sufrir. Condenado a 'una de las injusticias más grandes de su vida' a cada paso que daba. Cuando le internaron en un reformatorio a los 12 años por apuñalar al vecino pedófilo que le intentó violar. Cuando siendo una promesa en ciernes del boxeo norteamericano un nevado mes de diciembre de 1964 un trío de jueces blancos le robaron el cinturón del mundo de los pesos medios cuando avasalló a Guiardello, púgil blanco, a vista de todo el mundo. Pero tocaba más sufrimiento. El 'color' del destino le guardaría una injusticia infinitamente mayor: Casi veinte años en la trena (tres cadenas perpetuas, si fuesen posibles, dictó la sentencia) por un triple asesinato que no cometió. Entró en el bar equivocado en el momento equivocado, esa fue su única culpa aquella noche en Paterson, Nueva Jersey. Un jurado, como no formado exclusivamente por blancos, ignoró todas las pruebas a su favor y le sentenció al tiempo que la sociedad le daba la espalda. El cantautor Bob Dylan le visitó entre rejas tras leer la autobiografía que el púgil había escrito bajo cautiverio y decidió que le compondría una canción en su honor. Se tituló Hurricane y pasaría a la historia del pop como tantas otras de su autor. Ahora su caso ya era noticia. La bendita melodía ayudaría a poner en conocimiento del mundo entero la trágica historia personal de Carter y le fue posible conseguir un segundo juicio. Veredicto: Culpable. Otra vez a rezar y luchar. Un joven abogado canadiense, Lesra Martin, se propuso luchar por él, reabrir por tercera vez el caso, para que, esta vez sí, Huracán ganase por K.O. su anhelada libertad. La pesadilla terminó en 1985 pero ya no era el mismo negro que habían encarcelado por error (y xenofobia). Le habían arrebatado sueños, gloria y juventud, sí, pero jamás bajó los brazos, jamás colgaría los guantes. Tenía por delante un nuevo combate, una nueva causa. Se mudó a Canadá y continuaría hasta el fin de sus días trabajando y luchando en favor de la inocencia de otros muchos presos que como él cumplen condena injustamente. Dado como son en Hollywood a dramatizar y sacar partido de lo que les conviene (y cuando les conviene) el drama vivido por Huracán Carter pasó a formar parte de la historia del cine, amén de nuestras vidas. Denzel Washington se encargó de honrar al campeón en pantalla como Mr. Zimmerman lo había hecho en eterna canción. Descanse en paz.
JACQUES LE GOFF (1924-2014).
Nos pesa decirles a todos aquellos fanáticos a Canal-Historia, que se pierden con gusto por épocas oscuras de nuestro pasado que tengan que ver con batallas sangrientas en nombre de Dios, reyes vengativos, orgías de palacio, ataques vikingos, sacerdotes inquisidores, Caballeros del Temple, plagas y pestes, justas y torneos, con torreones, castillos y catedrales, potros de tortura, santos griales y demás cuentos y juergas medievales que tanto nos apasionan, que el saber está de luto. Los que estamos asqueados por la presente realidad mediática, el discurso político, rigidez dogmática y pérdida del sentido informativo frente al lucro echaremos de menos a este gran vigilante de la información, al talentoso historiador y articulista francés Jacques Le Goff, ese narrador que tantas tardes nos sacó del aburrimiento y la ignorancia. Defensor a ultranza de la laicidad sus hallazgos y conclusiones sobre el Medievo le convirtieron en un divulgador celebrado. Con unas dotes asombrosas para relacionar presente y pasado llegó a decir en muchas ocasiones que seguíamos viviendo en la Edad Media. Esas palabras en realidad no pretendían ser un discurso catastrofista sino más bien un aviso. El estudioso medievalista nos avisa del derrumbe de cualquier sistema que perdiera al ser humano como centro de sus preocupaciones. Saquen ustedes sus propias conclusiones si les apetece que un servidor se va con la historia a otra parte.
JACQUES LE GOFF (1924-2014).
Nos pesa decirles a todos aquellos fanáticos a Canal-Historia, que se pierden con gusto por épocas oscuras de nuestro pasado que tengan que ver con batallas sangrientas en nombre de Dios, reyes vengativos, orgías de palacio, ataques vikingos, sacerdotes inquisidores, Caballeros del Temple, plagas y pestes, justas y torneos, con torreones, castillos y catedrales, potros de tortura, santos griales y demás cuentos y juergas medievales que tanto nos apasionan, que el saber está de luto. Los que estamos asqueados por la presente realidad mediática, el discurso político, rigidez dogmática y pérdida del sentido informativo frente al lucro echaremos de menos a este gran vigilante de la información, al talentoso historiador y articulista francés Jacques Le Goff, ese narrador que tantas tardes nos sacó del aburrimiento y la ignorancia. Defensor a ultranza de la laicidad sus hallazgos y conclusiones sobre el Medievo le convirtieron en un divulgador celebrado. Con unas dotes asombrosas para relacionar presente y pasado llegó a decir en muchas ocasiones que seguíamos viviendo en la Edad Media. Esas palabras en realidad no pretendían ser un discurso catastrofista sino más bien un aviso. El estudioso medievalista nos avisa del derrumbe de cualquier sistema que perdiera al ser humano como centro de sus preocupaciones. Saquen ustedes sus propias conclusiones si les apetece que un servidor se va con la historia a otra parte.
Un superviviente nato y un tío que boxeaba genial. Excelente panegírico. Un abrazo.
ResponderEliminarSin duda aquella época pugilística fue la más grande en cantidad y calidad, y los combates del peso medio que vendrían después entre La 'Cobra' Hearns, 'Maravilla' Hagler, 'Mano de piedra' Durán y 'Sugar' Ray Leonard peleando por los títulos mundiales a cara de perro fueron legendarios y están a la altura de cualquier combate de Alí o Freizer por los pesados. ¡Que tiempos!
ResponderEliminarSaludos (tardíos) colega.
Interesante lo que escribís de boxeo,yo me aficionè al boxeo en 1963 cuando vi
ResponderEliminaren una velada de boxeo en el Frontón Fiesta Alegre a José Legra derrotar por ko
al durisimo boxeador marroquí Ben Layachi, un peso gallo con una pegada de
peso pesado.Y a partir de ahí me volví un fanático del boxeo.
Agradezco sinceramente sus palabras señor "Willy". Así como la de tantos otros aficionados al boxeo que de cuando en cuando van dejando sus comentarios en estas páginas. Es para mí un placer escuchar sus vivencias e historias sobre tan maravilloso, noble y sufrido deporte. Leyéndoles a ustedes fue como descubrí a grandes campeones como José Legra, mencionado por usted, y al que hace unos años desconocía totalmente. Gracias a todos ustedes por estas lecciones apasionantes, en serio.
ResponderEliminarOjalá tuviese más tiempo para escribir sobre boxeo. No hace mucho tuve la suerte de tomar una cerveza con don Alfredo Evangelista y aproveché para soltarle lo que había aprendido de ustedes. Al final acabamos charlando de Roberto Durán y otras aventuras...
Aprovecho estas líneas para recomendar -a quien no lo haya visto ya- el visionado del film documental sobre Manny Pacquiao titulado "MANNY". Sin duda una película que todo aficionado al boxeo encontrará fascinante y reveladora.