SOLEDAD MIRANDA (Sevilla, 1943-Lisboa, 1970) debuta en una película de terror español con El sonido de la muerte (1965, Jose Antonio Nieves Conde), una estimulante revisión castiza del americano esquema monster movie, repleta de guiños casuales (el boom de la arqueología), referencias mitológicas (el Vellocino de Oro) y prudentes alusiones metafóricas sobre la Guerra Civil española (en diálogos referidos a la Segunda Guerra mundial), batiburrillo que sirve para enriquecer el relativo pobre argumento de la trama. Pero lo más destacado, el delicioso -e involuntario- acierto del film, descansa indudablemente en el "toque femenino" de sus dos actrices protagonistas. Hablamos de la presencia de dos atómicas hembras que poco después se consagrarán en sendos mitos eróticos del horror: La británica Ingrid Pitt ¡nada menos! y, como no, la muy llorada Soledad Miranda, malograda gran estrella del Spanish Horror (amén de otras aclamadas facetas formativas) cuya transcendental y extraordinaria naturaleza tumbera exigía a gritos un lugar privilegiado en las ciberpáginas de esta cochambrosa revista virtual. Aprietense los machos que llegan CURVAS.
Soledad Miranda nos abandonó demasiado pronto. Quién sabe donde estaría el tope de esta maravillosa actriz de no haber fallecido tristemente un 18 de Agosto de 1970 en aquel accidente de coche en Portugal capital. El gran papel de su vida lo había logrado la andaluza ese mismo año en el excelente film de Jesus Franco "Las Vampiras" (Vampyros lesbos, 1970), sugestiva variante lésbica del Drácula original de Stoker. Fue un duro golpe perder a la joven promesa del cine español. Había debutado de cría, con un pequeño papel, diez años atrás en La Bella Mimí (José Mª Elorrieta, 1961). En ese rodaje la descubrió el Tío Jess que la requirió para su film La Reina del tabarín (1960), una de las pocas pelis musicales realmente válidas producidas en España y uno de los mejores trabajos tras la cámara del llorado director de Miss Muerte. Durante una década rodarían juntos un singular puñado de cintas nudies, con ribetes fantásticos y terroríficos dentro del cine de serieB: She Killed in Ecstasy, Eugine, El diablo que vino de Akasawa, El Conde Drácula (aquí abrazada por el mismísimo Christopher Lee; foto3)... Bajo la batuta del profesor Jess la tentadora actriz sevillana protagonizó un cambio de estilo girando hacia el erotismo mitómano. Una fusión de languidez y sensualidad, de pudor y exhibicionismo. Podríamos decir que la Sole pasó de ser la trivial putilla-para-todo a convertirse en la inaccesible diosa pagana que infunde confusión, miedo y recelo en el atento espectador a esta clase de cine maldito.
Recordaremos la figura atómica de Soledad Miranda por dichas cintas de culto rodadas en 1970 antes
de su mortal accidente, aunque no fue el género de terror su único legado como actriz. La sevillana tomó clases de interpretación, danza e idiomas (esto no era muy común entre nuestras jóvenes bellezas, que digamos) lo que le permitiría participar desde temprano en diferentes exponentes del cine de género como el péplum Ursus (1960, Carlo Campogalliami), la aventura de capa y espada El Valle de las Espadas (1962, Javier Setó), la comedia Las Hijas de Elena (1963, Mariano Ozores), el euro-western Sugar Colt (1966, Franco Giraldi), y en alguna que otra macroproducción extranjera rodada en suelo español como 100 Rifles (Tom Gries, 1968), Cañones para Córdoba (Paul Wendkos, 1968) o Cervantes (1967, Vincent Sherman). Soledad Miranda fue un relámpago centelleante que zarandeó la mundana cinematografía del fantaterror patrio, un éxtasis, un delirio de mujer a la que apenas disfrutamos un lustro en todo su esplendor. Hoy son las penélopes quienes rompen corazones y cruzan fronteras alcanzando (falsa) fama y logros... Nosotros preferimos y nos identificamos con tremendas soledades del ayer.
preciosa
ResponderEliminarQue bellezon de mujer!!, podría haber muchos mas momentos buenos, fue una pena su accidente pero nos dejo una filmografia que alteraba mucho mas que el instinto del miedo...
ResponderEliminarMuy buena entrada Mr. Tormento!
Sí señor Kaiser, aquellas sí que eran gestas ibéricas: El cine más bizarro que te puedas imaginar y las beautiful girls más dulces y desvergonzadas que parió madre. Qué década, qué desmeleneeeeeeeee!
ResponderEliminarGracias por los piropos Mr. Dilatado, me alegra tenerle de vuelta por estos lares.
Un abrazo
Soledad Miranda tiene hasta una calle en Sevilla pero no en su barrio Triana si no en el Poligono de San Pablo ,el mismo barrio donde está el Palacio de los deportes ,mi amigo el japonés estuvo alli y me mandó una foto .
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