martes, 21 de agosto de 2012

NEW HOLLYWOOD: 3 WOMEN (1977. Robert Altman)

La última joyita del cine norteamericano de los 70 que me he zampado ha sido esta rareza de Robert Altman. Corrosivo, polémico, controvertido..., el cine de este caballero era el martírio del espectador palomitero. Cine a contracorriente realizado con la libertad que pregona. Un activista, un ideólogo; siempre explorando al individuo, su entorno social y psicología. Genérico, pero a la vez desmitificador y original. Artístico e independiente. Veneno para Hollywood; por tanto tentación. Un director dueño de un microcosmos particular: El mensaje metafórico de sus films, el humor, el cinísmo, el compromiso político, las alucinaciones, autoparódias, teorías, personajes corales, romanticismo..., y por qué no, tomaduras de pelo, definen a la perfección el espíritu del cine de aquella gloriosa época. De todas sus películas -las buenas: Mash, El largo adiós, Los Vividores, Nashville, Vidas cruzadas, El juego de Hollywood, El último show..; y las malas: Buffalo Bill y los indios, Popeye, Pret a porter...- esta 3 Women (3 Mujeres, 1977) es sin duda la más excitante y extraña que ha rodado el añorado director de Kansas City. Para mi gusto está entre lo mejorcito de su repertorio. Olvídense de la historia o de la trama como tal, y déjense seducir de buen cine. La péli no es más que una escusa del director para profundizar de forma abierta en la compleja personalidad de la mujer. Altman cuenta que tuvo la idea de hacer esta película tras una serie de sueños que había tenido cuando su esposa Kathryn estuvo seriamente enferma ingresada en un hospital. Altman rodó claramente influenciado por Persona (1966), en lo que puede definirse como una aproximación del autor al cine bergmaniano (incluso hay planos muy similares). Lo que más me ha impresionado, además del carácter tenebroso de la banda sonora (y de toda la cinta en general), han sido las interpretaciones de sus dos actrices principales, Sissi Spacek (Pinky) y Shelley Duvall (Millie), sobretodo la de esta última actriz a la que Altman dejó absoluta libertad para crear su gran personaje. Me río yo de Almodovar y sus marujas desesperadas. Aquí hay una historia para comerse el tarro de verdad. ¿Y qué me decís del final?... ¿No pueden ser todas la misma persona?...

domingo, 12 de agosto de 2012

HENRY HILL, MAFIOSO DE PELÍCULA.

¿Os acordáis del mafioso chivato interpretado por Ray Liotta en el filme de Scorsese Uno de los nuestros?... pues el original se llamaba Henry Hill y la palmó el pasado junio en Los Angeles a los 69 años de edad, después de montárselo prodigiosamente en el mundo del hampa pasando de aprendiz que avanza en el escalafón del crimen organizado a base de chanchullos, balazos y emboscadas para cagarla luego y dar un giro a su carrera traicionando a sus socios y convertirse en confidente del FBI. Para la mafia lo reclutó con apenas 13 tacos Paul Vario, responsable de la familia Lucchese. Hill un mocoso de Brooklyn de sangre irlandesa-siciliana soñaba con ser un gangster desde que los había visto alternando en el bar de la esquina. La suya fue una ascensión fulgurante por el respeto que le granjeará una detención prematura en la que no se chivaría a la pasma de sus colegas. Presumía de no haberse cargado nunca a nadie. Pero fue testigo y cómplice en muchas actividades que remataban con una pala en la mano... pregúntenle a Thomas DeSimone/Joe Pesci y Jimmy Burke/Robert de Niro, dos mafiosos de cuidado, si exageramos. En los buenos tiempos, antes de colaborar con el FBI, convertirse en testigo protegido y emprender una existencia nómada que le llevaría a vivir en Nebraska, Kentucky, Seattle y California y acabar mendigando como contertulio en programas basura de la televisivos, Hill y su esposa Karen cenaban en las mejores mesas del club Copacabana y se dejaba ver con cantantes y estrellas de Broadway. "Salíamos unas cinco o seis noches a la semana", recordaba, "el FBI calcula que han pasado por mis manos unos 200 millones de dólares. Pero los dundí todos en mujeres, drogas y caballos lentos". Las víctimas de sus palos más célebres fueron aerolíneas europeas: Air France y Lufthansa. A la francesa le arrebató unos 420.000 $ en abril de 1967 emborrachando al que custodiaba el dinero y poniéndole en suerte una prostituta. A la alemana se calcula que birló unos cinco millones de dólares en el 78 en un robo que batió todas las plusmarcas. Hill demostró que quería redimirse, o por lo menos lo intentó. Empezó por delatar a sus amigos, emprender una nueva vida; abrir un restaurante, crear una marca de espaguetis..., pero sin salir de la actividad criminal (broncas y estupacientes). Nunca lo lograría del todo. Pero el tío duró bastante tiempo para lo que suele durar un chivato en este mundillo, y por encima le hicieron una peli. Y como no, es historia por ello. Descansa en paz Henry Hill.
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