Nos juntabamos en casa de algún colega para ver esas veladas donkinescas que, pirotecnia aparte, duraban lo que tardábamos en abrir una lata de cerveza. Peleaba una bestia de ébano llamada Tyson a la que todo el mundo quería ver en acción. El boxeo se había vuelto a poner de moda, había empezado a "molar" a todo quisqui y todo gracias a él. Todo lo que vino después, supuestas violaciones, drogas, arrestos, mordiscos de oreja y demás calamidades jamás empañarán ni un ápice el inmaculado recuerdo de aquel campeón con guantes de hierro. Puede ser nostalgia o puede que me equivoque pero yo no he vuelto a sentir lo mismo por este deporte después de aquella gloriosa década de pugilismo que nos brindaron todos aquellos pesos pesados de los 90. Por si quedaba alguna duda al respecto el documental que nos ocupa viene a refrescarnos la memoria. La historia que hay detrás de aquellos campeones del Ghetto, las penurias que dejaron atrás, el sacrificio físico y mental, las injusticias sociales en que se vieron envueltos, el ego, el auge, la gloria hasta el doloroso KO final están reflejadas en la película de manera fascinante y evocativa. Una gozada de film que hará valorar todavía más los logros de todos aquellos grandes boxeadores cuyos directos, ganchos y crochets pusieron patas arriba los salones de nuestros amigos.
El boxeo necesita contar su historia. Dar a conocer historias como ésta. Ocurren más cosas buenas que malas en este deporte, en este mundo, pero eso la gran mayoría de los comunes lo desconocen o prefieren mirar para otro lado. Alí es un claro ejemplo.
