He aquí un breve repaso, más que por importancia (que la tienen) por propia debilidad personal, a las obras póstumas de los grandísimos directores clásicos de todos los tiempos. A pesar de, en algunos casos enfermedades, en otros, la gran mayoría, un estado de edad avanzada, éstos admirables artesanos y escritores fueron capaces de morirse con dignidad, con las botas puestas. A algunos les quedará París, a otros, el viejo y añorado cine clásico...
-JOHN FORD: "SIETE MUJERES" (66). El anciano Ford finiquitaría su irreprochable filmografía con esta obra de emotiva complejidad, sobre una doctora y su sacrificio por un grupo de misioneros, presos del mandato de un guerrero en la China del 35. Tenía más proyectos en mente, pero el gran maestro de las emociones humanas nunca sospecharía que su carrera terminaría con una de las escenas más radicales de todo su cine, un sacrificio de hondura sobrecogedora.
-ROBERT ROSSEN: "LILLITH" (64). Rossen no fue muy prolífico pero está entre los grandes, obras de la talla de "El Buscavidas" o "El Político" así lo demuestran. Su derradera visita al set de rodaje, a sabiendas de que tenía los días contados, es otra muestra más de arte impedecedero. Lillith es un crepúscular drama sobre los meandros de la locura, protagonizado por el que posteriormente sería gran animador del New Hollywood de los años 70, Warren Beatty, y también resaltar la irrupción de otro actor que también tendría mucho que decir en el cine en el futuro, Gene Hackman.
-JOSEPH L. MANKIEWICZ: "LA HUELLA" (72). Ejemplo de que la edad no importa si se tienen las idéas claras. Es dificil sentenciar que ésta, o tal obra, es el mejor trabajo de éste, o tal autor, pero en este caso no sería descabellado afirmar que La Huella es la obra más completa del genial Mankiewicz. Ya con su anterior "El día de los tramposos" dejó claro que los viejos roqueros nunca mueren. Esta maravilla de pelicula es demasiado compleja (como todo su autor) para resumirla en dos líneas. Puro arte, que traspasa lo cinematográfico, para reflexionar sobre la realidad, la apariencia y sus fronteras. Todo éso y más, rodada a un ritmo vertiginoso y soberbio, a cabo de sus dos únicos protagonistas: Laurence Oliver y Michael Caine. ¿Quién necesita más con tanto talento junto?.
-DAVID LEAN: "PASAGE A LA INDIA" (84). Tras 17 años sin rodar, por el disgusto que le supuso la mala crítica y acogida de "La Hija de Ryan", el director de Lawrence de Arabia siguió a lo suyo, es decir, con su empeño creativo de siempre. Tardaría en ser respetado como uno de los grandes, cosa que hoy no admite ninguna duda. El hombre que filmó títulos como "El puente sobre el río Kwai", o las anteriormente citadas, está en esta galería de clásicos por méritos propios.
-JOHN HUSTON: "DUBLINESES" (87). No está bien por ser la despedida cinematográfica de un director al que personalmente tengo en los altares, ni por ser una de las mejores adaptaciones literarias que el cine haya hecho de Joyce, ni por que Huston la terminara necesitado de una máscara de oxigeno... sino porque es un relato familiar lleno de emotividad en víspera de un adiós. Una postal de recuerdos, culpas, arrepentimientos y amor, amor a la vida. Al final todos tendremos que rendir cuentas. La escena final de la nieve cayendo suavemente sobre un lecho blanco, es una de las más preciosas metáforas sobre la muerte que un servidor ha visto nunca.
-BILLY WYLDER: "AQUÍ UN AMIGO" (81). Testamento del totémico Wylder, que afrontaba aquí la última comedia de su expléndida carrera como maestro del séptimo vício. El film queda lejos de titulos memorables como "El Apartamento", "Irma la dulce", "Un, dos ,tres..." o tantas otras maravillas de la humanidad, pero se disfruta bien. Una péli que presume de tener la pareja Matthau/Lemmon así ha de serlo. Para cinéfilos la curiosidad de incluir al inefable Klaus Kinski en el papel de un psicoterapeuta sexual (sic.)
-SAM PECKINPAH: "CLAVE OMEGA" (3). Controvertido, polémico, violento, inconformista (muchos lo han tildado de cosas peores)... Para mí uno de los más grandes corazones rebeldes con vocación cinematográfica que ha parido madre. El realizador norteamericano (por que no le quedó más remedio), autor de engendros más grandes que el propio cine (Grupo Salvaje; Quiero la Cabeza de Alfredo García...), ni en sus horas más bajas perdería un ápice de su visceralidad. Tan franco como siempre, Peckinpah nos brindaría esta enrevesada y curiosa cinta sobre el podrido mundo de los medios de comunicación (casi una visión del futuro de hoy y del que nos espera) que para sí quisieran filmar directores consagrados de nuestros días. Y no cito nombres...
-NICHOLAS RAY: "55 DIAS EN PEKIN" (63). Posteriormente rodaría films menores pero éste queda como el último de su lista, dentro de la industria americana. Caería enfermo (una larga enfermedad hasta su muerte en 1979) durante el metrage, siendo los técnicos de su equipo los encargados de rematar la faena. Es decir, le dieron un sentido épico que para nada correspondía con las intenciones del autor de Johnny Guitar. Ray es otro de esos románticos del cine. De vocación independiente, ideología de izquierdas y una rebeldía permanente. Un cieneasta de estudio. Serían los franceses (y gente como el alemán Win Wenders) quienes rescatarían su legado del olvido popular y le otorgaran el status "de grande" que siempre ha merecido.
-SAMUEL FULLER: "CALLE SIN RETORNO" (89). Algunos nacen, otros se hacen. Si la vida es un aprendizage Fuller ha sabído sobrevivir con nota. Siempre en primera línea del frente, ajeno al exito o al fracaso, a su jodida bola. Diferente. Práctico. Creíble. ¡A la mierda el sentido del ridículo!, Fuller, aún en las últimas, era capaz de conferir vitalidad a cualquier historia ("Uno Rojo: División de choque" y "Perro Blanco", antepenúltimo y penúltimo films respectivamente, son material de primerísima clase). Uno de los últimos referentes claves del cine americano de serie B, aquel cine de los años 50 que tanto añoraba el autor y que tanto hizo por recuperar y ensalzar a traves de su obra.
continuará...
3 comentarios:
"La huella" es el el perfecto ejemplo de buen cine, magistral en todos los aspectos, duelo interpretativo, guión, dirección...se desarrolla -salvo una pequeña escena exterior- en una habitación.
De Peckimpah me quedo con todas sus pelis , pero el personaje que mas me ha molado siempre es Cable Hogue-aunque me llame Pike-. Peckimpah se merece un post como una casa...
!!!
Solo un tío capaz de hacer mágia con la cámara y las palabras sería capaz de parir una peli como La Huella. Solo hay que sentarse a disfrutar y nada más.
Otra cosa bien diferente (que no distinta)es el cine de Sam. Debes de estar vacunado contra la rábia para penetrar en la penumbra emocional de hasta el más insignificante de sus personajes. Si no le dedico un post, es porque ya rula por algún lugar remoto (llámese fancine autofinanciado de corta tirada) un escrito sobre toda su obra en el que dejé toda la energía y concentración que me quedaba para afrontar tal reto. Pensándolo bien, tal vez lo scanée... pero creo que ya he cumplido con mi querido Viejo Perro Indio.
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