El erótico director italiano Tinto Brass (Calígula, Los Burdeles de Paprika...) iniciaría con este film un subgénero ya en desuso, el porno-nazi (véase títulos como "La ultima orgía de la Gestapo", "SS Hell Camp", las de Dyane Thorne...), quedando ésta como la mejor realización de dicho subproducto. Títulos de temática nazi tan respetables como La caída de los Dioses y Portero de Noche serían tomados como modelo y punto de partida por Tinto, para imaginar una nueva clase de erotismo masoca-seductor qué atraería a las salas de cine a los más atrevidos y desvergonzados espectadores de una década, los 70, tan irrepetible como añorada. La existencia de películas como éstas, perversas e inmorales, en las carteleras de cine de hoy día resultarían imposibles de creer (hoy la peña se masturba con boludeces como "Saw" y similares). Puestos a romper tabús, qué mejor que los nazis (expertos en sobrepasarlos todos) para dar pie a protagonizar todo tipo de atrocidades y guiones de los más alocados e inverosímiles. En Salon Kitty el III Reich pretende crear una nueva raza de bellas mujeres alemanas, afines al partido, entrenándolas para convertirlas en refinadas prostitutas profesionales. Un cuerpo de élite para saciar los pervertidos juegos de las altas gerarquías de la Gestapo. El lugar elegído para dicho experimento será un conocido burdel de Berlín, en el que trabajan prostituas de orígen polaco. La "resistencia" no se hará esperar, Kitty (Ingrid Thulin) la dueña de tan lujoso lupanar, no está dispuesta a aceptar las nuevas reglas y decidirá plantar cara a todo el cuerpo de oficiales nazi. Sin arma alguna (y sin apoyo aéreo), serán sus encantos físicos, y su inteligencia, todo el arsenal con el que Kitty intente desbaratar los planes proxenetas de los alemanes.
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