Este número viajamos al Londres de los años 60 y 70 para conocer a este "ilustre" españolito hijo de emigrantes gaditanos que se ganó un empleo como surtidor de sustancias dopantes del figura Keith Richards; amén de hombre para todo. El Spanish Tony, apodo con el que era conocido dentro de los círculos stonianos, presumiría de escritor cuando en 1979 lanzó un libro titulado Yo fui el camello de Keith Richards (Up and down with the Rolling Stones, Tony Sanchez. Contra ediciones) aprovechándose de los años de cercanía con el guitarrista y su banda. A tenor de lo que cuenta, el título se queda corto. El espabilado de Sanchez, que cobraba según él (porque todo en esta historia es según él) 250 libras a la semana, no solo le conseguía drogas a nuestra satánica majestad sino que además las transportaba (cuenta que papá Richards ocultó en alguna ocasión droga en los pañales de su hijo para cruzar aduanas), apalizaba a gente molesta, se encargaba de conseguir y apaciguar a las groopies, negociaba con policías, cuidaba residencias, ejercía de chofer, y mil deberes más. Que se decidiera contar todo esto era cuestión de tiempo... y falta de dinero, suponemos. Este yonqui arrepentido, con antecedentes de gangster de tres al cuarto, que fuera crupier y dueño de un club londinense (El Vesubio)-al que acudían entre otros John Lennon y Paul McCarthy-,
conseguiría una polvorosa atención gracias al citado libro. Una colección de anecdotas y cotilleos crueles, al más puro estilo barriobajero del 'coge-el-dinero-y-corre', escrito a lo bruto, sin ningún pudor, falto de imaginación pero sobrado de escrúpulos. Sus páginas están repletas de tramposas lecciones morales, kilos y kilos de heroína, séquitos mafiosos, diálogos inventados, hemodiálisis (en Suiza, of course), y tantas simetrías sospechosas en sus afirmaciones y deducciones como jeringuillas y carcajadas en su contenido. Cuenta Richards -que se partió el culo leyendo el libro- que aquella no era la voz de Spanish Tony. Hombre, nosotros creemos que algo de toda esta locura debería de ser cierto cuando el mismo Diablo utilizó cosas de este relato para su propia autobiografía "Vida".
Ya que como Keith Richards dice que él jamás tuvo que ver nada con el jako, que no hay nada turbio en su pasado y demás milongas, un servidor -como John Ford-, seguirá prefiriendo la leyenda a la realidad. A leer, pues.
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