Esta semana toca desempolvar a los desaparecidos Richmond Sluts. Desde el rincón del pinchadiscos queremos celebrar con ganas el final del verano, a toda pastilla y cerveza en mano. El disco seleccionado no es más que otra reivindicación de nuestros gustos tumberos por el rock sucio y visceral. Guitarras stonianas, chupas de cuero, parches de los Sonics y melenas ramone. Un punk de garage que recuerda el hacer de bandas seminales escuela NERVOUS EATERS que tanto queremos en esta casa. Si bien los Sluts no llegan a alcanzar las cotas sentimentales que genera el culto a la banda de Steve Cataldo, su primer y único disco lanzado en el lejano 2001 bajo el sello Disaster Records y titulado simplemente como el grupo: THE RICHMOND SLUTS, supuso una enorme y agradable sorpresa en su momento. No solo por recordarnos a los Eaters u otras formaciones representantes del "Boston Style" sino por la osadía chulesca de recuperar viejas fórmulas gamberras de los 60-70's que en su día parecian tan olvidas y denostadas por la gran mayoría de jóvenes rockeros americanos. El 'experimento sonoro' de los de Richmond no cuajó en el tiempo y tuvo escasa aceptación (estaba cantado, claro), pero doce años después confirma que los que en su día apostamos por este disco no nos estábamos equivocando. Este desastrado trabajo (la producción del Lp suena así de guarra a propósito) resiste la mar de bien el paso de los años. No sería exagerado decir que estamos ante un disco de culto, subterráneo... pero de culto. El vinilo -ilustrado con tan deliciosa portada- arranca con la apoteósica "Take you home" y se apodera de tí un tembleque en la (entre)pierna que ya no para hasta que se levanta la aguja al final de "Drama Girl". Si son de los que todavía no han descubierto a 'Las Guarras de Richmond' es hora de arreglar la situación...
Como complemento al talento barriobajero del que fuera lider de la banda y principal compositor, Shea Roberts, recomendamos el posterior disco que lanzó con sus BIG MIDNIGHT "Every thing for the first time". Este disco es una propuesta claramente distinta a la de su anterior banda (estética y musical) pero igual de reseñable. Una demostración de que el rock and roll puede tocarse y expresarse de diversas maneras siempre que regreses a la selva de los clásicos, y si suena jodidamente stoniano y setentero mucho mejor.
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