"El profeta del
Mal Gusto", "El pontífice del
cine trash", "El Autoestopista Sexagenario"... regresa triunfante.
.John Waters es un génio único e incontestable. Su desbordante y agotadora travesía por los bajos fondos del cine gamberro norteamericano nos ha deparado una serie de (des)aventuras descomunales repletas de personajes imposibles fruto de una pervertida e hilarante mente y una percepción extrasensorial del
entertainment solo al alcance de los elegidos. Atrás quedan 'cagadas' para el recuerdo y películas de neoculto que dan crédito del carácter transgresor, paródico y deliciosamente provocador del autor de Pink Flamingos, Hairspray, Pecker, Cry Baby y otras arrebatadoras ceremonias neanderthales de rechupete. Pero el pasado no cuenta. Y si no que se lo digan a John Carpenter, Walter Hill y demás compañeros de profesión injustamente prejubilados por el cine hollywodiense actual. Los han dejado de lado, sí, pero todavía les queda algo de mecha a estos maestros de los 70's; tendrían mucho que decir si les dejaran.
Lejos de hundirse en la crisis de la mediana edad, nuestro querido Waters supera su ostracismo como realizador escribiendo. Se publica ahora en nuestro país
"CARSICK" (Caja Negra), su nuevo y dicharachero libro. Si ya nos había deslumbrado con "Majareta" (Anagrama, 1990), con este
road book se desata la locura. Waters está de vuelta y su escritura retrata el buen estado de forma en que se encuentra nuestro vecino preferido de Baltimore. Aunque sea en formato papel, Carsick nos devuelve al cineasta que todos conocemos y profesamos. Porque señores, lo
mejor, lo
peor, y lo que
realmente sucedió (así titula John los respectivos 3 capítulos de esta lectura) durante los nueve días en los que este solitario abuelete de ¡66 tacos! tardó en cruzar EE.UU. a dedo -desde su casa museo de Baltimore hasta San Francisco- no tienen desperdicio. Díganme si no es de locos embarcarse en semejante viaje cuando ya nadie hace estas cosas a día de hoy. ¿Se aburría? ¿Pasó miedo? ¿Qué diablos estaba pensando?...Su respuesta de rutero tarado sin temor a psychokillers no se hizo esperar:
"Lo realmente terrorífico es quedarse en casa".
John Waters es la clase de tipo que conspira para matarnos desde que nacemos. Gracias a su osadía recalcitrante seguimos disfrutando de dosis de gamberrismo a granel. Trescientas psicotóxicas páginas por las que desfilan actores porno en retirada, convictos de vergas descomunales, policias que cabalgan tornados, abuelas secuestradoras, extraterrestres sodomitas, veteranos del vietnam, granjeros palurdos, republicanos en Corvette, hoteles baratos de carretera, almuerzos en McDonald's y... "personas que prefieren hablar antes de escuchar la radio". Una vez más, el talento de este apátrida nos ha dejado majaretas.
EPÍLOGO: Algún día había que hablar largo y tendido sobre las
casas museo que se gastan algunos de nuestros tumberos preferidos. Si la de
Lemmy Kilmister guarda una nutrida colección de parafernalia militar (maquetas, uniformes, espadas, dagas, mosquetes, cañones, insignias,....) apelotonada entre tesorería musical de alto voltage; la del señor Forrest J. Ackerman está decorada a honrar todo lo relacionado con la historia de la ciencia ficción y fantasterror más asombroso; y así sucesivamente..., el hogar del solterón John Waters es un vergel digno de figurar en las guías de museos locales en la Baltimore que retrató The Wire. Lástima que no estemos invitados. El volumen de artilugios de cuero, fetiches glam, vinilos pim-up y trofeos cinemaníacos de sus películas harían sonrojarse a la mismísima Elton John. Pasearse entre montones de libros apilados por los todos los rincones contemplando fotografías de Leif Garrett (¿recordáis "Tres en la Carretera"?, pues a mí me da que pensar), retratos drag de Divine, metralletas Tommy originales (utilizadas por todos los grandes rebeldes: Dillinger, Bonnie & Clyde..), muñecos de Chucky (el 'asesino de goma' al que puedes mirar pero no tocar) ...y hasta ¡¡ una silla eléctrica auténtica!! que seguro adquirió pensando en sentar allí algún día a Iggy Pop.
1 comentario:
Lo mucho que le debe Rob Zombie a este tío: genio entre genios.
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