viernes, 30 de enero de 2015
C.R.A.Z.Y.(2005): PONIENDOLE BANDA SONORA A UNA FAMILIA NUMEROSA
Para nada me esperaba algo así. Uno tiene la sensación de haber visto esta película mil veces: problemas familiares entre padres, hijos y hermanos; el melodrama de las drogas (duras y blandas); el miedo adolescente a crecer; el despertar sexual (el "aceptado" y el "prohibido"); la necesidad de amar y ser amado... Pero tan pronto dejamos atrás nuestros temores iniciales descubrimos -a ritmo de clásicos de rock and roll- una gratificante afirmación de cine por todo lo alto. C.R.A.Z.Y. (Jean-Marc Vallée, 2005) es una delicia rematadamente divertida y emotiva, una cinta nada sensiblera pese al manoseado tema a tratar.
En en nombre del disco.
Pocas veces una banda sonora -rockera- encuentra su razón de ser, su espacio vital, de manera tan natural y participativa como en este largometraje canadiense. Cada sublime canción (bien provengan de Bowie, Pink Floyd o los Stones) tiene su poder narrativo y ocupa el lugar idóneo en determinados momentos de la historia, no están ahí por simple decorado, en cierto modo son el alma de la película. Bravo por el director, que además de buen gusto, es de los pocos románticos que todavía creen en el valor curativo del rock y no dudan en celebrarlo a los cuatro vientos. Visto el magnífico resultado no es de extrañar que años después Jean-Marc Vallée facturara otra estupenda película como fue Dallas Buyers Club (2013), esta vez apoyándose en el talento de Matthew McConaughey para seguir contándonos los conflictos y dramas de la homosexualidad con sinceridad y realismo. Actualmente el director y guionista nacido en Montreal (Quebec, 1963) está trabajando en el biopic de Janis Joplin, y sinceramente, dado sus antecedentes, confiamos ciegamente en el creador de C.R.A.Z.Y. para llevar a buen puerto la siempre espinosa tarea de ver reflejada en pantalla la vida y obra de tu estrella de rock favorita. Por lo pronto con esta sencilla historia familiar musicalizada se ha ganado a pulso un pequeño hueco en nuestros corazoncitos. La cinta está pues donde se merece, figura en la estantería tumbera al lado de The Commitments (1991), Still Crazy (1998), Hedwig and the Angry Inch (2001), Not Fade Away (2012) y variopintos títulos de cabecera.
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