Seguimos con nuestro ciclo de Cine-Rock que tan contento me tiene ultimamente. Este no es un biopic al uso ni la historia fílmica del famoso cantautor country nacido en una cabaña de Alabama en plena depresión. Tampoco importa demasiado si está basada en hechos reales (que lo está) o es un guión sobre un músico inventado (como aquella que le valió el Oscar a Jeff Bridges). No sería extraño pensar que la vida de Hank Williams tarde o temprano llegará a la gran pantalla. Mientras ocurre, aquí tienen ustedes un aperitivo sugerente. Digamos que forma parte -o sigue los pasos- de una serie de producciones cine-rock de nuevo cuño que, con mayor o menor acierto, toman partido por no contar toda la historia(o mito, si se prefiere) del músico, concierto o banda en cuestión como nos tenian acostumbrados, sino que apuestan directamente por narrarnos un momento, una anécdota, un hecho en particular (a veces una simple fantasía, un guiño o una simple 'invención' clonada), como punto de partida o hilo conductor que le sirva al director de turno para introducirnos en una historia que derivará en la otra historia que de verdad quiere contarnos (el famoso "mcguffin" que diría el maestro Hitchcok). No se si me explico, pero títulos como Killing Bono(2011), Destino:Woodstock(2009), Phil Spector(TV)(2013), o la más reciente de los Coen, Inside Llewyn Davis(2013), a bote pronto son la clase de cintas de esta nueva 'corriente' a la que me refiero. THE LAST RIDE (Harry Thomason, 2011) se une pues al carro de los 'engañosos biopics' del momento. Films nobles, correctos... Rock sin fuegos de artificio alguno. La parroquia de rockeros seguidores de esta cochambrosa revista ciberespacial la disfrutarán sin lugar a dudas.
De pequeñas historias nacen pequeñas películas, como puede ser el caso. El gancho de esta 'pequeña historia real' lo pone HANK WILLIAMS (1923-1953). Suenan temas propios; nunca como banda sonora al uso, sino que se escuchan en la radio, cantadas por músicos callejeros, versioneadas por otros...., pero nunca le vemos coger una guitarra ni cantar canción alguna. Tiene 29 años pero aparenta el doble. Drogas y whisky rematan al ídolo caído. El cuervo negro acecha. No tiene amigos. Viaja en el asiento de atrás de un Cadillac del 51 azul celeste, tosiendo sangre y escribiendo versos. Como el título original predice, estamos ante lo que será su 'último paseo'. Quemará millas de camino a un destino al que nunca llegará. Bolos que son leyenda americana. Tickets a la basura. Un joven e inexperto chaval de pueblo -que jamás salió de Alabama, ni tuvo cita con chica alguna y que afirma ¡no gustarle la música!, y por encima desconoce la verdadera identidad de su pasajero- consigue la oportunidad de servir de chófer y acompañante al tal Sr. Wells (con seudónimos como éste o el de 'Luke The Drifter' firmaba el amigo Hank). En este escenario comienza la 'otra' historia que les decíamos: Mientras asistimos a las últimas horas de vida del rebelde compositor (en el interior del cadillac encontraron una libreta con las letras de futuras canciones que supuestamente escribió Hank durante ese 'último paseo'; y que finalmente terminarían en manos de Bob Dylan tras una subasta) el film se convierte en una road-movie y deriva en otra de esas tantas historias de viajes iniciáticos, amistad y perdón marca de la casa.
1 comentario:
Bienvenido mago. Gracias por tus comentarios. Como comprobarás tienes un nuevo 'amigo maníaco' en tu blog de terror.
¡¡VIVA EL CINE DE GÉNERO Y SERIE B!!, ¡¡VIVAN SUS LOCOS SEGUIDORES!!
Un saludo
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