Fascinante. Situémonos. Detroit, 1973. Tres hermanos de color, gamberrillos descarriados del soul, rinden pleitesia al muro sónico de unos británicos que se hacen llamar The Who y se cuelan en conciertos de Bob Seger. Mientras todos los 'hermanos' de piel oscura que se abren camino en el negocio musical en Detroit aspiraban a seguir los pasos de las Supremes, los Four Tops y similares paisanos bronceados al sol/son de la Motown, los hermanos Hackney soñaban -y sonaban- con ser estrellas del Rock'n'Roll. Las imágenes y testimonios del film A BAND CALLED DEATH (Mark Covino, Jeff Howlett. USA; 2010) dan buena fe de que los tres lo intentaron con ahínco. Pero, ni les ayudó el nombre que le pusieron a su banda: Muerte, ni la música que tocaban y con la que pretendían conquistar el mundo, un innovador y duro sonido proto-punk iluminado con la actitud rebelde y reaccionaria de su carismático líder David Hackneyel, desaparecido guitarrista, compositor y mánager de la familia Death. Esta película es la historia de un descubrimiento. El amanecer de una nueva especie animal que se creía extinta. El rescate de las grabaciones originales de este poderoso trío pionero del punk y el hardcore moderno es una estimulante noticia para la manada de lobos tumberos sedientos de jugosas aventuras y fábulas rockeras a las que hincarle el diente.
En su momento resaltamos recientes y similares trabajos como Searching for Sugar Man o Last Days Here, films emparentados con este A Band Called Death en lo que parece viene a ser el nacimiento de una nueva corriente dentro del cine docu-musical. La clase de trabajos cultomentales, estudios arqueólogo-musicales que han calado hondo en la redacción de esta revista, tanto, que ya son clásicos imperecederos de nuestra colección maníaca. Artefactos que arrancan altruistas carcajadas, asombros varios y alguna que otra lagrimilla de felicidad, además de aportar nuevas canciones al repertorio de nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario