viernes, 29 de mayo de 2015

SABRINA FERILLI: LA RAMONA PECHUGONA


Así resplandece una gran belleza medio siglo después de parirla su santa madre. Al cuerno el pasar hambre y las leyes de la física cuando tenemos el bisturí. Si Ramona volvió tarumba al bueno de Tony Servillo , un tipo decente (de mente), con clase, sencillo y muy tranquilo, que en ningún momento reparó en arrugas ni flacideces mientras caía rendido a los pies de portentoso iceberg ¡cómo no vamos el resto de desgraciados y perversos diablillos mundanos a perder la cabeza con embalsamadas hembras atómicas como Sabrina Ferilli (1964)!. Esta maciza morenaza es la enésima demostración del Arte Romano en su mayor apogeo y esplendor. Otra Venus que añadir al goloso Partenón de bellezas transalpinas armadas con munición de gran calibre (Sophia Loren, Claudia Cardinale, Monica Bellucci, Silvana Mangano, Gina Lollobrigida...). Sucede que en la soberbia película "La gran belleza" (Paolo Sorrentino, 2013) la disfrutarán ustedes en total dimensión, como mujer y como intérprete. La fogosa hincha romana prometió en su día pasearse desnuda por las calles de Roma si el equipo de sus amores ganaba el scudetto, cosa que no ocurre desde 2001 (para colmo de todos los 'tifossi' del balón y de la carne), pero vaya si mereció la pena esperar. Embutida en un vestido de noche transparente color carne (sic.) la actriz nos regala finalmente un dórico desnudo sensual y una actuación... de campeonato!!!



miércoles, 27 de mayo de 2015

DOS DÉCADAS SIN RORY, DRUIDA DE LA GUITARRA


(1948-1995)

El próximo 14 de Junio se cumplirán 20 años sin un buen tipo. Parece que fue ayer, coño. Qué pronto se olvida todo. Son ya 7.300 días con sus largas noches sin los polvos mágicos del druida de la stratocaster hecha polvo más importante de Irlanda y parte del universo... y nadie parece echarlo de menos. Me pongo a pensar en el día en que Rory Gallagher nos abandonó y el recuerdo se vuelve aún más melancólico, como su música. Es la historia triste del rock and roll. La escriben a hierro en su propia piel tipos sin suerte (pero muy honrados) como Rory. Un día enciendes la radio del coche mientras llevas a tus hijos al colegio y escuchas una asombrosa canción que no debería de estar ahí. Que no pinchen el rock de uno a todas horas no significa nada. Todos sabemos que la radio empezó a matar el rock and roll hace mucho tiempo. Piensas una vez más en que de puta madre sería la radio si pinchasen canciones tan buenas como "Tattoo Lady". Pero no. A continuación notifican el fallecimiento del artista. Ese era el motivo especial, la noticia del día. Supongo que en veinte años el blues-rock de Rory Gallagher habrá sonado más veces en ese programa. Desconozco el número de veces que pincharon "A million miles away", las horas que dedicaron a alardear su marcado estilo personal de tocar la guitarra y cantar...pero Aquella fue la última vez que escucharía un tema de Rory por la radio. Tiene gracia. Ahora que han pasado veinte años puede que tenga suerte. Al menos que me sorprendan con música de tipos muertos. Me pasó lo mismo con Gary Moore, JJ Cale, Sky Saxon, Kim Fowley, Alex Chilton... Siento pánico cada vez que prendo la radio. Que en las ondas suene el rock que te guste ha pasado ha ser sinónimo de pánico, de luto. Estás avisado... ¿Tonny Joe White? ¿Roky Erickson? ¿Robert Gordon?...  ¡¡Puede que aquí huela a muerto!!

martes, 19 de mayo de 2015

RUNAWAY TRAIN (1985). Cabalgata al infierno.


Dentro de esa inefable factoría de negocio chatarra llamada Cannon Films plagado de sucias, absurdas, disparatadas y extravagantes producciones de serie B (que no eran si no imitaciones descaradas marca de la casa, con su popurrí de invasiones marcianas, katas marciales, explosiones macarras, fenómenos extraños, musicales risorios, sangre reseca, voladuras y armamento pesado a tutiplén, desnudos picantes sin ton ni son, tomaduras de pelo en cantidades industriales.. y alguna que otra ralladura de coco infumable; moralejas fascistas aparte) destacaron una serie de películas mundanas que llamaron la atención de propios y extraños. Hablamos de cintas como Los hombres duros no bailan (1987), Street Smart (1987), 52 pick up (1986) o esta sublime Runaway Train (El tren del infierno, 1985) que nos ocupa. Proyectos serios que se desmarcaban del continuo bombardeo de cine chiflado con el que el tándem Golan-Globus acostumbraba a masacrar las neuronas de medio mundo. Somos muchos los que creemos que entre tanto desastre les pudo haber salido buen cine de chiripa. Pero alejarse del estándar Cannon daría como resultado un puñado de singulares y llamativas películas de marcado acento neonoir. De tal apuesta creemos que El Tren del Infierno es el ejemplo más atractivo de todas.

LA HISTORIA original hay que agradecérsela al maestro Akira Kurosawa y está filmada por el ruso Andrei Mikhalkov Konchalovsky (Siberiada, Tango y Cash). La cinta arranca en excelente drama carcelario no exento de tópicos del género -celdas de castigo, motines, combates de boxeo, alcaides fascistoides, fugas ingeniosas..- para mutar de manera harto brillante a mitad del visionado en vertiginoso thriller de acción y aventuras con reminiscencias del cine de catástrofes. John Voight (El regreso, Defensa) que no se comía un rosco desde la década anterior volvía a lo 'campeón' bordando el papel de prófugo camino de la utópica libertad a lomos de un caballo de hierro desbocado y fuera de control. La silueta en la crepuscular escena final de Voight galopando hacia un infierno liberador ya forma parte del mejor cine de culto. Subrayar la sobrecogedora atmósfera (polar) que se apodera de todo el film, los amenazantes paisajes, el rodaje a temperaturas sobrehumanas y sobre todo la osadía y esfuerzo del director ruso por llevar a buen puerto un encargo directo de los primos locos de la Cannon. Todo un reto en aquellos tiempos de la guerra fría.
El film sirve a su vez para recordar a los acólitos del cine canalla la existencia del genial e infravalorado actor de reparto John P. Ryan (1936-2007), santo 'malvado' ante el que debemos santiguarnos cada vez que se tercie. Y con mucha devoción. Ah!... y creo haber visto a un joven Danny "Machete" Trejo recibiendo tortazos del hermano de Julia Roberts.


martes, 12 de mayo de 2015

SLEEPY LaBEEF. Incándole el diente a un buen chuletón de buey


Nada mejor que recurrir a una de sus famosas proclamas -"No es lo que haces sino la forma en que lo haces/ No es lo que comes sino como masticas"- para acercarse al espíritu rocanrolero y filosofía de vida de Sleepy LaBeef (1935-...). La música de este ranchero de Arkansas está poseída por elementos del blues, soul, gospel, rockabilly y country, sonidos que mamó desde la temprana década de los 50 entusiasmado por tocar las mismas canciones que habían puesto de moda emergentes jovenzuelos guitarristas predestinados a conquistar el mundo como Carl Perkins, Johnny Cash o Elvis Presley. Así continuó Sleepy hasta la actualidad, quemando millas y haciéndose fuerte sobre las tablas. La leyenda de aquellos festivos y salvajes sábados noche está repleta de actuaciones en concurridos honky tonks, bares y tabernas a lo largo y ancho de la extensa nación de la Esperanza. Una pulida carrera que llegaría a alcanzar cierta notoriedad labrada a golpe de riñón y barbacoas. Tan popular llegó a ser en su parroquia que en 1970 fichó por Sun Records y hasta intervendría en un film de horror de serie B titulado "The Exotic Ones"(1968). Escuchar hoy las grabaciones de tipos como el "Somnoliento" LaBeef podrá parecerle a muchos una suerte de melodrama. Pero no se dejen confundir por las apariencias, sepan ustedes 'masticar' como es debido. Sus performance musicales son un amplio abanico de estilos, géneros y ritmos tumberos para chuparse el dedo, una variedad sorprendente de estados de ánimo, el retrato de un rock and roll genuino y de la persona encargada de sacarle brillo. Este curso el abuelo Sleepy cumplirá ochenta años, que se dicen pronto. En el menú: salpicón de tutti fruttis, parrillada de shake baby shakes  y gritos de "Corinna Corinna" en todo el vecindario. Brindemos por ello!! vaquero...Y que cumplas muchos más.


miércoles, 6 de mayo de 2015

HUNTER IN THE DARK (Yami no karyudo, 1979). Spaghetti negro en el Japón feudal


Tullidos amnésicos, parricidio, espaldas tatuadas, casas de té, traiciones de Estado, dagas voladoras, tecnología de bambú, kimonos de seda ensangrentados, gargantas degolladas, clanes pre-yakuza, shogunes despiadados, ronins enamorados, inverosímiles duelos poéticos a katana, adulterio, templos profanados, espionaje ninja, agentes secretos corruptos, asesinas/nos a sueldo, antebrazos amputados, zooms psicotrópicos, decorados art-pop... y mucho mucho sexo camasutra y violencia peckimpahniana saturan esta sublime película de samurais ambientada en el siglo 18 y dirigida de manera más que eficiente por el infravalorado Hideo Gosha (1929-1992), el leone nipón. Pues, en este caso, el firmante de HUNTER IN THE DARK y otras lindeces como Goyokin (1969) o Hitokiri (1969), al igual que hiciese el maestro italiano con el western, volcaría toda su energía en renovar el género chambara (más tarde haría lo propio con el cine de yakuzas; como Leone con el de gángsters) dotándolo abiertamente de un mayor realismo y ferocidad. Esta forma de entender y de filmar películas provocó como siempre que en muchos ambientes cinéfilos se tildara a Gosha de "traidor" y "profanador", sambenito que le cuelgan a uno cuando millares de espectadores ávidos de acción, diversión y nuevas emociones corren a llenar las salas en las que se estrena tu film. Al final ocurre que los directores criticados y ninguneados por esas razones acaban siendo galardonados y premiados por las mísmas. Cosas de la vida. Aún así, tanto a Gosha, como a Leone, se les debe seguir reivindicando día tras día. Es el lastre que deben soportar los que no se apellidan Tarantino.., los 'segundones' que como Gosha murieron con las botas puestas. Lobos solitarios rodando enloquecidos para deleite del personal.


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