domingo, 25 de diciembre de 2011

ANDRÉ STANDER. El Dilinger sudafricano.

André Stander (1946-1984) es capitán de policía en Johannesburgo durante los años 70. Pero no es un madero cualquiera: escucha a los Stooges, es inteligente, y aunque proviene de buena familia (su padre es un militar de prisiones retirado) ama la libertad, no cree en el sistema y encima siente simpatía por los negros. Con estas credenciales, y en Sudáfrica, estaba claro que tendría poco futuro en el departamento de policía. Comenzó a robar bancos, tal vez, por remordimiento (en una revuelta en el ghetto mató a un muchacho) o por placer (se divertía volviendo al lugar del robo a investigar como poli poco después de asaltarlo; incluso atracó el mismo banco dos veces el mismo día), hasta que lo pilláron sus própios compañeros con las manos en la masa. Había cometido 20 atracos. Si antes de su captura la opinión pública ya le consideraba un héroe, fue tras escaparse de prisión con un compinche que conoció dentro (¡luego volvería para liberar a otro colega!) y atracar otros 26 bancos en 6 meses, cuando el nombre de André Stander y su banda (la"banda de Stander", como le llamó la prensa) alcanzó la leyenda. Ya era el más famoso y audaz atracador de bancos de toda Sudáfrica (el resto del continente incluído). Carne de biopic. De estas y del resto de fechorías, andanzas y calamidades de su historia podrán ustedes dar buena cuenta en STANDER (2003). Un film de bajo presupuesto co-producido entre Canadá, Alemania y Sudáfrica, y dirigido por la directora canadiense Bronwen Hughes, que pese a su modesta apariencia cumple con creces su cometido de entretener y, de paso, divulgar. Está protagonizado por el actor estadounidense Tom Jane (el de la serie de la HBO "Hung"); pero no son las interpretaciones lo más reseñable de esta aceptable película (biopic televisivo, diría yo) sino la sorprendente historia de un hombre que nació en un lugar equivocado y en una época compleja.

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